Los hechos de violencia que ocurren a diario en diferentes instituciones educativas de nuestro país requieren de un análisis sistémico y complejo de la realidad actual. En esta nota nos proponemos reflexionar sobre sus principales causas, el rol de los adultos y las diferentes estrategias de abordaje.
Por Cristina Ambrosio y Paula Suarez *
La violencia es un fenómeno multidimensional en cuya constitución se ponen en juego factores visibles y no visibles. El abordaje sociopolítico que viene dándose a este fenómeno a escala local y global se limita a su dimensión visible, la llamada violencia directa, ignorando sus dimensiones no visibles que anclan en las estructuras y en la cultura de la sociedad. Para prevenir la violencia es imperioso que empecemos a trabajar con las raíces ocultas que la sostienen.
En la multidimensionalidad de la violencia radica su origen multicausal, y de ello se desprende que no existe una única forma de abordarla sino tantas como contextos relacionales en los que se genera, crece y escala. Comprender cabalmente la multidimensionalidad de la violencia significa desechar recetas mágicas y genéricas a partir de entender que lejos de poder abarcarla en su real complejidad, alimentan y reproducen el círculo vicioso de la violencia. El macro contexto social da cuenta de ello. En efecto, la violencia seguirá escalando en la medida que las personas adultas tomadoras de decisiones no hagamos consciente el alcance del fenómeno y empecemos a incluir en nuestras agendas el abordaje de las causas profundas (e invisibles) en las que la violencia directa se sostiene.
Dicho esto, y al solo efecto de poner en perspectiva la complejidad de la violencia social instalada en las escuelas, enunciaremos algunos de los principales factores en torno a los cuales existe hoy un consenso generalizado:
- La complejidad del tiempo histórico que vivimos y del cambio epocal que protagonizamos, con un alto impacto en los modos tradicionales de relacionamiento.
- Los múltiples escenarios virtuales con contenidos inadecuados para niñas, niños y adolescentes, donde la subjetividad se construye desde supuestos ficticios que no necesariamente coinciden con la realidad.
- El pensamiento fragmentado desde el cual se observa, analiza y aborda el fenómeno de la violencia, disociándola de su raíz profunda y de su contexto sociocultural, lo que implica desconocerla en su naturaleza intrínseca.
- Las heridas abiertas, no sanadas, que se transmiten de generación en generación como trauma colectivo y multigeneracional que atraviesa a la familia humana en su conjunto.
- El analfabetismo emocional y sus principales efectos: falta de autoconocimiento y dificultad para reconocer en los demás la dignidad humana que deviene de un mismo origen, lo que llevado a su máxima expresión deriva en alienación a nivel personal y polarización a nivel social.
- El analfabetismo científico en torno al conflicto y a la violencia que impide ver la fuerza del cambio que de ellos emana cuando se los gestiona oportuna y adecuadamente a través de abordajes situados, sistémicos, compasivos y, por ende, transformadores.
El rol indelegable de los adultos
En este contexto es urgente que los adultos nos reconozcamos parte del problema y parte necesaria de la solución, y por ello que resulta imprescindible:
- Conocernos para comprendernos y comprender la complejidad de la condición humana (autoconocimiento + trabajo personal).
- Asumir el lugar natural que nos corresponde según el orden estructurante de la vida: recuperar el rol de sostén en la familia, en el aula, en la escuela.
- Reconocernos parte del problema y parte necesaria de la solución (a modo de ejemplo, apelemos a esta metáfora para tender un puente con el mundo virtual que habitan hoy preadolescentes, adolescentes y jóvenes sin un acompañamiento adecuado para el cuidado de su salud mental: ¿dejaríamos a nuestros hijos en un mega shopping en el que puedan consumir cualquier cosa, sin límite alguno?, ¿los dejaríamos solos en un espacio en el que puedan acceder libremente a todo tipo de adicciones, videojuegos violentos, producción y uso de armamento, formas de maltrato humano y animal, etc., sabiendo que no cuentan con los recursos mínimos necesarios para discernir entre lo que es saludable y lo que no?.
Estrategias de abordaje
A continuación, señalamos algunas estrategias que a nuestro entender permiten abordar el problema de la violencia escolar en diferentes instancias. Ellas son:
- Alfabetizarnos para expandir la actitud interna y el nivel de pensamiento desde el cual abordamos el problema.
- Reemplazar las recetas y las salidas inmediatas por los diagnósticos sistémicos que permiten trazar el mapa de formación de la violencia en cada contexto convivencial y diseñar abordajes a medida, contextualizados y procesuales.
- Abrir espacios cuidados para el diálogo y la contención entre todos los miembros de las comunidades educativas, no solo ante el emergente sino como parte de la gramática escolar: visibilizar lo que nos pasa, hablar sobre, ocuparse de, escuchar y escucharse.
- Activar redes de apoyo para articular abordajes interdisciplinarios entre instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil.
- Desarrollar nuestra atención plena y conectar especialmente con los diferentes lenguajes utilizados por nuestros niños, niñas y adolescentes. ¿Cuántas veces nos sorprende lo que era evidente?
“Dime cómo te comportas frente a una situación de conflicto
y te diré cuánta cultura de paz hay en tí”
Johan Galtung
“Hoy en día nos enfrentamos a emergencias globales que requieren respuestas creativas y enraizadas en nuestra sabiduría ancestral y colectiva. Nuestros problemas actuales necesitan redes de conciencia más amplias. Allí es donde está emergiendo nuestra evolución actual.”
Thomas Hübl
*Cristina Ambrosio y Paula Suarez son abogadas, mediadoras y facilitadoras de procesos de formación. Desde hace años trabajan en el abordaje de la alfabetización emocional y la resolución pacífica de conflictos en ámbitos públicos y privados.